Revista Edicion Nº3

REVISTA N°3: «CAMINAMOS HACIA DIOS»

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CREO SEÑOR PERO AUMENTA MI FE

PAPA

La fe es un don que nos introduce en la vida de comunión con Dios y permite la entrada en su Iglesia, este don comienza con el bautismo (Rom. 6,4) » Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que así, como Cristo resucitó de la muerte por la gloria del Padre, así también nosotros empecemos una nueva vida.

A través de este sacramento  podemos llamar a  Dios con el nombre de “Padre”, y se concluye con el paso de la muerte a la vida eterna.

Es una virtud sobrenatural infundida por él, reconocemos que se nos ha   dado un gran Amor, que se nos ha dirigido una Palabra buena, y que, si acogemos esta Palabra, que es Jesucristo, Palabra encarnada, el Espíritu Santo nos transforma, ilumina nuestro camino hacia el futuro, y da alas a nuestra esperanza para recorrerlo con alegría. Fe, esperanza y caridad, en admirable unión,  constituyen el dinamismo de la existencia cristiana hacia la comunión plena con Dios.

El apóstol Pablo nos ha dejado en sus escritos una descripción de la fe. El que cree, aceptando el don de la fe, es transformado en una criatura nueva, recibe un nuevo ser, un ser filial que se hace hijo en el Hijo. « Abba, Padre », es la palabra más característica de la experiencia de Jesús, que se convierte en el núcleo de la experiencia cristiana ( Rom 8,15). La vida en la fe, en cuanto existencia filial, consiste en reconocer el don originario y radical. Lo que San Pablo rechaza es la actitud de quien pretende justificarse a sí mismo ante Dios mediante sus propias obras.

Quién actúa así, quien quiere ser fuente de su propia justicia, ve cómo pronto se le agota y se da cuenta de que ni siquiera puede mantenerse fiel a la Ley. Se  cierra aislándose del Señor y de los otros, y por eso mismo, su vida se vuelve vana, sus obras estériles, como árbol lejos del agua.

No podemos dejar que la sal se vuelva sosa y la luz permanezca oculta. (Mt 5, 13-16) » Ustedes son la sal de la tierra, si la sal se vuelve insípida¿Con qué se le devolverá su sabor? Solo sirve para tirarla y que la pise la gente.

Ustedes son la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad construida sobre un monte; No se enciende una lámpara para meterla en un cajón sino que pone en el candelero para que alumbre a todos en la casa. Brille igualmente la luz de ustedes ante los hombres, de modo que cuando ellos vean sus buenas obras, glorifiquen al Padre de ustedes que esta en el cielo.»

Como la samaritana también, el hombre actual puede sentir de nuevo la necesidad de acercarse al poso para escuchar a Jesús que invita a creer en él y a extraer el agua viva que mana su fuente. ( Jn 4, 14)» Nosotros lo hemos contemplado y atestiguamos que el Padre envió a su Hijo como Salvador del mundo».

Debemos descubrir de nuevo el gusto de alimentarnos con la palabra de Dios, transmitida fielmente por la Iglesia, y el pan de la vida, ofrecido como sustento a todos los que son sus discípulos (Jn 6,51) «Yo soy el pan vivo bajado del cielo». Quien coma de este pan vivirá siempre. El pan que yo doy para la vida del mundo es mi carne».

En efecto la enseñanza de Jesús resuena todavía hoy con la misma fuerza: (Jn 6,27) «Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna».

Creer en Jesucristo es, por tanto, el camino para poder llegar de modo definitivo a la salvación. Esta consiste en reconocer el primado del Don de Dios, como bien resume San Pablo: “ En efecto, por Gracia estáis salvados, mediante la Fe. Y esto no viene de vosotros: es Don de Dios” (Ef.2,8)

La nueva lógica de la Fe esta centrada en Cristo. La Fe en Cristo nos salva por que en Él la vida se abre radicalmente a un amor que nos precede y nos transforma desde dentro, que obra en nosotros y con nosotros.

TENER FE:

Es “ACEPTAR” lo que Dios permite en nuestra vida aunque no lo entendamos, aunque no nos guste. Si tuviéramos la capacidad de ver el fin desde el principio tal como Él lo ve, entonces podríamos saber porque a veces conduce nuestra vida por sendas  extrañas  y  contrarias a nuestra razón y a nuestros deseos.

 Creer es apoyarse en Dios (Salmo18,3) “Señor, mi roca y mi defensa, mi libertador y mi Dios, la roca en que me amparo mi escudo y mi fuerza salvadora”.

La fe esta unida a la esperanza porque cuando creemos en Dios que tiene poder y amor, tenemos la certeza de que no nos dejará solos en las dificultades. Es hacer lo que Dios pide hoy y creer que Él hará mañana lo que ha prometido.

Cuando uno tiene fe, no se libera de la oscuridad pero al menos aprende a moverse en ella. La fe es lo contrario del temor. Es creer en lo que no se puede ver es guardar la calma cunado todo es turbulento.

 La fe no es pasiva: ¡ Es poner las creencias en práctica! . Es pedir lo que se necesita, es oír lo imperceptible y ver lo invisible; creer lo increíble y recibir lo imposible. Es crear un vacío en el corazón para que lo llene Dios, no es creer simplemente que Él puede hacer algo, ¡ Sino que lo hará! Con fe, la respuesta no sorprende. Ya se sabía que sucedería . Es permanecer en tu puesto cuando todos los demás desertan.

TERESA

La fe sin la caridad no da fruto, y la                                caridad sin fe sería un sentimiento constantemente a merced de la duda. La fe y el amor se necesitan mutuamente, de modo que una permita a la otra seguir su camino.

Gracias a  la fe podemos reconocer quienes piden nuestro amor y ver el rostro del  Señor resucitado (Mt 25,40)          “ Cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos  más pequeños, conmigo lo hicisteis” Estas palabras suyas son una advertencia que no se ha de olvidar y una invitación  perenne a devolver ese amor con el que Él cuida de nosotros. Es la fe la que nos permite reconocer a Cristo. Explica lo que la razón no puede explicar.  Sana lo que la medicina no ha podido sanar. Espera lo que humanamente ya no se puede esperar. Alcanza lo que con nuestra fuerza no podemos alcanzar.

 

MARIA MADRE DE LA FE

MARIA

La Virgen María  es es modelo de fe y, en este sentido profundizar en su ejemplo y testimonio, nos ayuda a crecer en nuestra vida cristiana.

En la Carta Apostólica Porta Fidei del Papa Benedicto XVI dice: Por la Fe, María acogió la palabra del Ángel y creyó en el anuncio de que sería la Madre de Dios en la obediencia de su entrega (Lc 38): respondió María: «Yo soy la esclava del Señor, que se cumpla en mi tu palabra».

En la visita a Isabel, entonó su canto de alabanza al Omnipotente por las maravillas que hace en quienes se encomiendan a Él.

Con gozo y temblor dio a luz a su único hijo, manteniendo intacta su virginidad (Lc 2,6-7).

Confiada en su esposo José, llevó a Jesús a Egipto para salvarlo de la persecución de Herodes. Con la misma fe siguió al Señor en su predicación y permaneció con Él hasta el Calvario (Jn 19,25-27). Con fe María saboreo los frutos de la Resurrección, guardando todo en su corazón, los transmitió a los doce, reunidos con ella en el Cenáculo para recibir al Espíritu Santo (Hch 1,14: 2,1-4).

Solo en Ella se formo Dios como hombre perfecto sin perder ningún rasgo divino y que solo en Ella se transforma el hombre en Dios, por la gracias de Jesucristo, en cuanto lo permite la naturaleza humana, este molde es hecho por el Espíritu Santo, para formar a la perfección a un Hombre – Dios, Jesucristo;mediante la encarnación y para hacer al hombre partícipe de la naturaleza divina mediante la gracia. Ni un solo rasgo divino falta en este molde. María esta totalmente orientada hacia Dios.

Lejos de retener en si al Cristiano, lo hace encaminarse a Dios, y cuanto mas nos unimos íntimamente Ella mas cerca estamos de Jesús y del Padre. El Espíritu Santo nos comunica sus gracias y sus carismas solamente con la intervención de María.

Dios le ha confiado a Nuestra Señora el mantenimiento. administración y distribución de todas las gracias del Cielo para que así todas sus Gracias y regalos pasen a través de sus manos. Nuestra Madre regala a quien ella desea, cuando Ella quiere, en la forma que Ella quiere, y tanto como quiere las Gracias de Dios, las Virtudes de su Hijo y los regalos de Espíritu Santo.

El poder de su intercesión es tan grande en la manera de hacerlo que es imposible que no puedan ser escuchadas o rechazadas por su hijo. Consagrarse a Jesús por María es escoger un camino de perfección. Nuestras buenas acciones, por dignas que las creamos, quedan siempre imperfectas, indignas de que las mire y acepte Dios.

No creas que María, la mas fecunda de las puras criaturas, pues engendró al hijo de Dios, permanece ociosa en quien le es fiel. Ella te llevara a una vida de perseverante comunión con Jesucristo y hará que Cristo viva en ti, según las palabras de San Pablo: Hijitos míos de nuevo sufro dolores de alumbramiento hasta que Cristo se forme en ustedes (Gal 4,19). Jesús es el fruto de María en cada uno de nosotros.

María viene, finalmente, a ser indispensable para el creyente en sus relaciones con Jesucristo: Ella le infunde su humildad en el corazón; le ensancha e inflama con su caridad; le ilumina el espíritu con su fe viva; le purifica con su pureza; le ennoblece y engrandece con su maternidad.